Arte para comérselo

Arte para comérselo

Claudia Tarantino, una artista estadounidense especializada en porcelana, es capaz de crear obras que literalmente dan ganas de comérselas.  Bodegones a tamaño real de alimentos que evocan además al pasado, con cierta nostalgia, con obras casi reales y que parece que puedan tocarse (y comerse): fruta recién cortada, una galleta con un mordisco…

De la porcelana a alimentos reales… partidos por la mitad. ¿Cómo se “verán por dentro” algunas de las cosas que comemos? Eso se debieron preguntar la fotógrafa neoyorquina Beth Galton  y la estilista de alimentos Charlotte Omnes cuando realizaron la serie de fotos “Cut Food”: helados, un pavo relleno, ¡y hasta una sopa partida por la mitad!

El llamado “Eat-Art”, bautizado así por Daniel Spoerri, no es algo nuevo. Hace décadas que artistas alrededor del mundo se expresan a partir del alimento (usar la comida como parte del material de creación o soporte de la obra, o hacer de la comida en sí misma una obra de arte). Una de las pioneras fue la francesa Dorothée Selz y sus obras de grandes dimensiones realizadas con dulces y frutas. Esculturas comestibles, para ocasiones especiales. Arte efímero, sin duda.

El catalán Antoni Miralda es otro gran ejemplo. El año 2000 fue nombrado director del Food Pavilion de la EXPO en Hannover (Alemania) a través del cuál exploró y desarrolló  el concepto Food Cultura. En los años ’70, instalado en Nueva York, Miralda quiso demostrar que comer es un ritual (donde se celebra, se comparte) organizando grandes performances alrededor de la comida.

Arte y alimentos, de la mano.


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