Muchos niños tienen miedo a los monstruos que aparecen debajo de sus camas o se esconden en los armarios, refugiados en la oscuridad de la noche. Para Jim Woodring (Los Angeles 1952), esos “monstruos” fueron algo más que simples temores infantiles. Tuvo una infancia marcada por visiones y alucinaciones, un conjunto de “rarezas” psicológicas con las que ha convivido y que ha manifestado en su arte. Una infancia compleja que, sin embargo, no le ha impedido crear numerosas historietas para niños. Y mucho más: ha trabajado como ilustrador independiente y como guionista para editoriales, además de ilustrar algunos programas informáticos, o de diseñar juguetes.
Un artista autodidacta que en sus primeros años como ilustrador representó su difícil juventud en la obra “JIM”, que empezó a autoeditar en los ’80 y más tarde se publicó de manera regular por la editorial norteamericana de cómics underground Fantagraphics.
Poco después empezó a publicar Frank, unas historietas que se convertirían con los años en su trabajo más conocido.
Sin duda uno de los más asombrosos visionarios del cómic moderno. Multipremiado, obsesionado por lo invisible y por los mundos ocultos que se revelan en el mundo real, “alucinado” y fascinante. Algunas de sus mejores obras se pudieron ver hasta el mes pasado en la Scott Eder Gallery de Nueva York, y aún se pueden consultar en su web.